La principal característica distintiva del trastorno dismórfico corporal (TDC) es una preocupación obsesiva por un defecto percibido en la apariencia física. Las obsesiones con TDC pueden manifestarse como preocupaciones excesivas y desproporcionadas acerca de un defecto menor, o como pensamientos recurrentes que provocan ansiedad sobre un defecto totalmente imaginado. Las obsesiones con TDC se centran con mayor frecuencia en la cabeza y la cara, pero pueden afectar cualquier parte del cuerpo. El TDC va más allá de la preocupación normal por la apariencia personal y puede afectar significativamente el funcionamiento académico y profesional, así como las relaciones interpersonales. En casos extremos, una persona con TDC puede evitar por completo cualquier contacto con personas en un esfuerzo por evitar que otros observen el defecto.

Durante muchos años, se pensó que el tratamiento del TOC era excepcionalmente difícil. El psicoanálisis tradicional siempre tuvo poco impacto sobre el trastorno, y otras psicoterapias fueron igualmente infructuosas. Sin embargo, durante los últimos quince años, los avances en la terapia cognitivo-conductual (TCC) han dado lugar a un protocolo de tratamiento del TOC que es especialmente beneficioso para las personas con esta afección. De hecho, numerosos estudios clínicos realizados durante los últimos quince años han encontrado de manera concluyente que la TCC, con o sin medicación, es dramáticamente superior a todas las demás formas de tratamiento para el TOC.